miércoles, 5 de noviembre de 2014

Miel

Como suave brisa se acercó a mi boca, y aquél fue el comienzo de mi perdición. Dulce miel en sus labios, que jugaban con los míos en una impía danza, corta e irresistible. Aquella noche, ay, aquella noche... Noche única e irrepetible, en la que dos almas furtivas, amantes de la soledad, se encuentran en un cálido beso. Y luego todo queda en un beso. A la luz del día corresponden las máscaras.
Almas parejas, que encuentran en la otra el arropo que la vida no les brindó. Almas compañeras, almas amigas. Tan solo amigas.
Y de nuevo vuelvo a hundirme. Y vuelven las lágrimas a mis ojos. Ilusoria felicidad, ¿por qué tuviste que quebrarte? Ahora entre los resquicios por los que dejas pasar la oscuridad  no veo sino miedo, miedo a repetir una historia que quizá nunca finalizó... Viejo amigo ¿por qué tuviste que hacerme esto? Ahora en nadie confío, a todos temo al entregarme. La tan deseada miel se torna amarga al rozar mi boca, sin darme tiempo a disfrutar de su fugaz dulzura. La sombra me rodea, a cada momento más y más. Ahora, en la oscuridad, no puedo sino recordar aquella noche, donde lo negro era salpicado de titilantes estrellas. Recordarla.. y maldecirla. Maldecir el momento en que caí en su hechizo, pues ahora necesito de su compañía para subsistir. Ay ilusa criatura, que andas por la vida encaprichándote de quimeras, que caminas a ciegas entregando tu corazón al primero que acerca la mano, al primero que disfraza su alma y te ofrece un falso cobijo, endeble como el papel, afilado como un puñal.
Crees haber caído en un pozo, quizá te equivoques. Quizá no sean sino espejismos, fruto de tu triste historia. Quizá realmente todo vaya bien fuera de tu tormenta interior. Sea el caso que sea, los cristales cortan igual, y con la vista puesta en la luz de la mañana, que todo lo resuelve, voy desangrándome mientras camino por el sendero de los muertos en vida.

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